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Allá al otro lado del mar

By marzo 13, 2020No Comments

Lo único que nos separa de África es el Océano Atlántico, y sin embargo pareciera tan lejos, tan
extraño, tan alterno a nuestra realidad; y si somos capaces de observar con detenimiento, no somos tan distintos.

Tratemos incluso de poner aparte que tanto España como Portugal fueron los grandes conquistadores de estas dos regiones, lo cual es bastante para encontrar una multitud de similitudes que culturalmente
con seguridad tenemos. No en vano Frigdiano Álvaro Durántez Prados lleva varios años tratando de
poner el llamado”paniberismo” en una nueva designación geopolítica que incluya a todos los países
de habla hispana y portuguesa con lo cual tendríamos una cantidad importante de países africanos,
latinoamericanos y asiáticos en un solo bloque; propuesta sumamente interesante dadas las
circunstancias de un mundo que se mueve bajo una economía global.

Pero volvamos a África, ¿qué tan lejos y qué tan cerca se encuentra de nosotros y porqué debe
importarnos su realidad económica?

La economía de África tiene como base el comercio, la industria, la agricultura y los recursos
humanos, sin embargo su reciente crecimiento, el cual ha llamado la atención de los diversos
organismos de orden económico mundial, se debe al desarrollo de servicios básicos, manufactura y
mercancías.

Se espera que para 2050 todo el continente africano alcance un PIB de 29 trillones de dólares a pesar
de que en 2013 África fue considerado el continente más pobre del mundo.

El Banco Mundial tiene la expectativa de que en 30 años sus habitantes tendrán un ingreso promedio
regular, ya que a pesar de la pobreza, África es una de las economías que va creciendo con más
rapidez en el mundo; un 5.6% en 2013 lo demuestra, y con ello se espera que en el transcurso de 10
años este crecimiento alcance un 6%. Algunos economistas de hecho han considerado que África será
el futuro motor económico del mundo con base en los datos del Banco de Desarrollo Africano.

El norte de África es una región de antiguos reinos e imperios que siempre ha tenido como principal
fuente de comercio sus recursos naturales de una riqueza excepcional. Por la misma razón, sus
distintos colonizadores entre los que se encuentran España y Portugal como hemos mencionado, pero
también Reino Unido y Francia, tardaron mucho tiempo más en aceptar la independencia de sus
colonias a diferencia de Latinoamérica que para el siglo XIX ya había conseguido su autonomía.
Esta independencia que se obtuvo de manera tardía, y después de las dos grandes guerras, implicó
que distintos países africanos tuviesen influencia de los bloques constituidos durante la Guerra Fría,

con lo cual, África pasa de la guerra a la guerra: de su independencia a los conflictos internos, y esto
retrasa la construcción de infraestructuras básicas que traducido en ámbitos económicos dan como
resultado hoy un continente con múltiples contrastes: un crecimiento único en un mundo que está casi
en recesión, mientras los índices de pobreza que vive, han sido comparados por muchos economistas
con los de algunos países de la misma Latinoamérica.

Nuestra región por su parte, tiene un tamaño y una estructura geográfica tan rica y diversa como la
africana; nuestros problemas en muchos sentidos son similares: la corrupción, la desigualdad social,
el rápido crecimiento demográfico e incluso los conflictos internos, que aunque de distinta índole, se
vuelven contra la economía y la forma de hacer o no negocios dentro de nuestros países. Las fortalezas
de Latinoamérica se encuentran sobre todo en su infraestructura que es bastante más avanzada que la
de África, la estandarización de algunas políticas económicas, sobre todo en el cono sur del
continente, y la lengua que hacen de Latinoamérica un mercado más homogéneo.

Sin embargo África, a diferencia de Latinoamérica, que obtiene su independencia durante la segunda
mitad el siglo XX, vivió para la década de los 80’s una crisis de hambre que llevó al mundo entero a
observar la problemática y con ello nacen un sinfín de organizaciones de ayuda, así como varios
países deciden inyectar apoyos económicos al continente, lo que con los años les llevó a una “cultura
de dependencia” como la única forma de obtención de bienestar social, como bien indica el Foro
Económico Mundial en su artículo “Africa doesn’t need charity, it needs good leadership”; como
consecuencia África ha dejado para después la posibilidad de una economía autosusentable que podría
dar frutos sumamente valiosos en un continente que ha sufrido un sinnúmero de vicisitudes en la
historia más reciente de la humanidad.

A pesar de ello, África crece, está creciendo, y Latinoamérica como otros bloques está sufriendo una
desaceleración económica importante, ¿qué es lo que está generando este crecimiento en África y qué
podemos aprender de ellos? ¿Hay algo que podamos nosotros como región aportar para el crecimiento
y el bienestar de África?

Sí, África y Latinoamérica tienen mucho en común y muchas diferencias también pero lo que nos une
sobre todo es que somos economías emergentes y como tales tenemos mucho que compartir.
De manera general baste decir que como indica el Fondo Monetario Internacional, el crecimiento
económico de África tiene como base la recuperación constante de productos básicos, el fácil acceso

al mercado de capitales y la asociación comercial con mercados competitivos como China e India,
por poner algunos ejemplos.
Latinoamérica por otro lado tiene una infraestructura que va muy por delante de la africana y esto
genera facilidad para la entrada de distintos mercados y tecnologías. De igual manera, como se ha
mencionado, hay cierta estandarización en la manera de negociar en la región gracias a la lengua y a
cierta estructura comercial bastante más ordenada.

Aunque en una economía global ninguno de nuestros países queda fuera del ir y venir de capitales,
sería interesante intercambiar similitudes y diferencias entre regiones que históricamente hemos
estado unidas por un sinnúmero de hechos trascendentales. África tiene un crecimiento que en el
presente ninguna región tiene, tal vez a Latinoamérica pueda faltarle esa facilidad de inversión que
tiene África, y ésta última podría tener una mejor y más ordenada manera de hacer negocios.

Quizá lo más interesante sería recordar que a África y a Latinoamérica sólo nos separa un océano; y
con mucha probabilidad allá, al otro lado del mar, podamos encontrar respuestas, asociaciones, posibilidades y oportunidades que tal vez aún no hemos explorado.
Puede suceder que al final un sólo océano no sea tanta distancia…
Podría ser…

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