Skip to main content
Uncategorized

Cuestión de riesgo

By marzo 13, 2020No Comments

Según la Stanford Graduate School of Business hay una lista de nueve importantes razones por las
cuales aquellos que están interesados en el mundo de los negocios deberían tomar riesgos; Con base
en las palabras de varios CEOs de distintas empresas, la revista América Economía subraya ésta como
una característica esencial para la transformación de las finanzas, y un rasgo que es punta de lanza en
la generación de progreso. Estas nueve razones son:
El temor es el elemento que provoca el riesgo, genera pasión; dado que nada es seguro, el riesgo es
inevitable; el riesgo es la columna vertebral de la transformación; sólo a través del riesgo se pueden
obtener logros grandes; sólo a través de la libertad y recursos, un empleado puede aportar creatividad
y tomar riesgos, lo que le lleva a ser propositivo; tomar riesgos ayuda a conectar con las personas de
manera intuitiva; el potencial ilimitado de las personas queda al descubierto al romper la barrera del
miedo y tomar riesgos; Pensar en grande sólo es posible a través de la toma de riesgos; todo
empresario debe aprender a fracasar para ajustar su plan y volverse arriesgar.

Como sabemos, dentro de los conceptos más importantes en materia de Economía se encuentra el
VAR (Value of Risk), que es un concepto que refiere el riesgo financiero de una inversión y señala
las probabilidades de sufrir pérdidas en algún periodo especifico de tiempo, es decir, toda inversión
tiene un porcentaje de riesgo que incluso es mensurable. Esto aplicado a grandes empresas puede ser
medido a partir de los datos de rentabilidad estimados, con datos históricos o incluso por medios de
softwares creados para el uso de datos que pueda introducir quien está interesado en medir este valor.
El riesgo, como podemos observar, es uno de los elementos “básicos” en el quehacer de los negocios
y por lo tanto una característica sumamente importante que debe tener un emprendedor, empresario,
o cualquier persona interesada en el mundo financiero.

Pero en realidad ¿está en la naturaleza humana la propensión a la toma de riesgos?
El riesgo entendido de manera básica como la “probabilidad de daño”, genera en el ámbito científico
un sinfín de investigaciones en múltiples áreas del conocimiento, aunque en las neurociencias es
donde se encuentran los datos más interesantes y también los menos conocidos.

El cerebro es un órgano que emite 5 tipos de ondas según el quehacer que desempeñe el ser humano
en sus distintas actividades tanto dormido como despierto, éstas han sido nombradas como Alfa, Beta,
Gamma, Delta y Theta, emisiones resultado de la actividad de nuestras neuronas y nuestros estados
de ánimo que se miden por su función electroquímica, en hertz. Las ondas Delta son las más amplias

(1-3 Hz), y se generan en actividades rutinarias de las cuales no somos conscientes y en momentos
de sueño profundo; las ondas Theta (3.5-8 Hz) están relacionadas con la imaginación, el sueño, la
creatividad y los sentimientos profundos, según el tipo de movimientos de las ondas, también pueden
ser generadas por la presencia de angustia; Las ondas Alfa (8-13 Hz) son las que se se emiten en
momentos de relajación o incluso meditación; Las ondas Beta (12-33 Hz) implican una actividad
intensa neuronal y una atención que implica estado de alerta; las ondas Gamma (25-100 Hz) tienen
un frecuencia muy rápida y se generan en tareas sumamente complejas, la felicidad también entra en
esta categoría.

La revista científica Tendencias 21 ha publicado una información interesante acerca de las frecuencias
que tienen que ver con el riesgo y la toma de decisiones en el cerebro. Algunos hallazgos de la
Universidad alemana de Jena en combinación con investigadores de la Universidad Victoria de
Canadá, al parecer muestran que las personas con mayor nivel de angustia no suelen tomar riesgos,
es decir, los picos bajos en las ondas Theta son los que indican que difícilmente una persona será
capaz de, en un momento de indecisión, tomar un riesgo. La actividad cerebral fue medida por medio
de un electroencefalograma para medir las ondas en el lóbulo frontal, que es donde se generan las
“actividades ejecutivas”. A mayor intensidad de ondas Theta, mayor control cognitivo y menos
probabilidades de tomar riesgos.

Las redes neuronales que son los modelos mediante los cuales funciona el sistema nervioso, se
encuentran en todo el cerebro, y son precisamente las ubicadas en la corteza prefrontal aquellas que
realizan las llamadas “funciones ejecutivas”, que hemos mencionado ya y que son las encargadas de
actuar de manera centrada y objetiva; sin embargo, la Universidad de Austin descubrió que los
elementos que actúan en el cerebro cuando una persona toma riesgos son el córtex del cíngulo
anterior, la corteza insular y el lóbulo parietal; el primero también se encarga de transmitir señales
neuronales entre los dos lóbulos, la presión sanguínea y el ritmo cardiaco.

Hay varios elementos en la naturaleza humana que nos permiten o no, tomar riesgos: la cultura, la
genética y el aprendizaje individual. Sin embargo, las neurociencias han llegado a la conclusión de
que la plasticidad cerebral y neuronal son características del ser humano que a través del proceso
evolutivo ha obtenido con el fin de acomodarse a la diversidad del entorno. La primera es capaz de
cambiar la estructura del cerebro y su funcionamiento a lo largo de la vida, la segunda implica la
capacidad de generación de nuevas neuronas que crean distintas redes sinápticas. Adquirir nuevos
conocimientos es una forma de generar nuevas neuronas, y la repetición de estos aprendizajes le da
plasticidad a las redes; si ponemos toda la información en la necesidad inminente de ser una persona

capaz de tomar riesgos, hablando en el ámbito de esta característica tan importante a todos los niveles
del mundo empresarial y de negocios, es importante entender que esta habilidad puede aprenderse, y
mediante el ejercicio constante de su práctica, puede conformarse como una característica que de
aprendida pueda ser parte de la personalidad de una persona.

La naturaleza humana tiene todos los elementos para ser capaz de tomar riesgos, y no hay forma de
progreso y ganancia de manera contundente en cualquier negocio si no usamos esta herramienta; no
importa si la “empresa” es uno mismo. Incluso las huellas genéticas que nos impiden tener este rasgo
pueden ser entrenadas para hacerlo. Si entendemos que la energía electromagnética cerebral que no
nos permiten tomar riesgos es la misma que nos provoca ciertas reacciones corporales como la
elevación del ritmo cardiaco, y la agitación, habremos de entrenar nuestro cuerpo para mantenerlo en
control, aminorar la frecuencia de ondas theta, y recablear el cerebro para adiestrarlo en este quehacer;
podemos hacer de un rasgo una personalidad propia, y con ello una forma de vida en la cual seamos
capaces de tomar decisiones y enfrentarnos al peligro, e incluso a través de nuestras capacidades de
intuición, que también son ondas electromagnéticas, seamos capaces de medir nuestro propio VAR,
y apostar así, siempre con la intención de ganar.

Leave a Reply