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Disrupción atípica (COVID-19) La importancia de la salud pública en la salud económica global

By marzo 26, 2020abril 3rd, 2020No Comments

Al día 9 de marzo que este artículo es redactado, los datos que se sugieren son el de la mayor caída que las bolsas han sufrido desde 2009, lo que incluso obligó a Wall Street a parar por 15 minutos sus operaciones debido al pánico generado por la bajada estrepitosa de los índices de todo el mundo debido sobre todo este lunes negro a la guerra comercial del petróleo entre Rusia y Arabia Saudita, en un daño colateral de los perjuicios provocados por el COVID-19 que ha puesto en pausa las operaciones de China, la más importante manufacturera del mundo, o la “fábrica del mundo” como suele llamársele. Probablemente el mayor problema sea responder a cuáles son las prospecciones económicas mundiales en un panorama como éste, y cuáles las alternativas viables dado que este virus continúa su camino a través de todas las economías que va arrasando.

¿Incluso cabe preguntarse, por cuánto tiempo pagaremos el precio de esta disrupción histórica que ha venido a afectar la salud pública y con ello la salud económica global? 

 

Disrupción atípica en cifras

Como es sabido China representa un tercio de la industria manufacturera mundial, colocándose así como el mayor exportador del mundo, con lo cual, el inicio de una pandemia en este país fue por sí mismo un golpe a la salud económica y de la población del mundo. Esto, en un claro efecto dominó, nos llevó a entender bastante pronto que sin la manufactura china el resto de países tendrían en algún momento que sufrir de desabasto lo cual para el final del mes de febrero ya mostraba síntomas graves situacionales:

 

El índice de gestores de compras (PMI) cayó en un 14,3 puntos; las restricciones de viajes han afectado a todas las cadenas de suministros que hayan quedado pendientes hasta la fecha en que se inició el cerco sanitario en China; Las fábricas chinas están trabajando a un 60 % de sus capacidad; el Fondo Monetario Internacional (FMI) bajó su previsión de aumento del PIB de China para 2020 del 6% al 5,6%; de los primeros días de enero a este momento el WTI (el crudo referente del mercado petrolero) ha caído en 49%; en Estados Unidos se aprobó una ley de gasto de emergencia de 8,300 millones de dólares para combatir la propagación del COVID-19; Japón ha destinado casi 16 mil millones de dólares para combatir la epidemia; Italia ha duplicado la cantidad que planeaba gastar para hacer frente a su brote de coronavirus hasta 8,400 millones de dólares y tratará de volver a su prospección de déficit de este año que era de 2.5 % del PIB, el cual hoy se encuentra en 2.2 % tras la epidemia; el Banco de Canadá redujo su tasa de interés de referencia a un día del 1,75% al 1,25% lo que provocó que los mercados monetarios descontasen una nueva rebaja el mes que viene; Corea del sur anunció un paquete de estímulo de casi 10 mil millones de dólares enfrentando el mayor brote de coronavirus fuera de China.

De manera general la OECD proyecta que aunque ahora mismo las consecuencias fuesen aminorando y la enfermedad en otros países llegara a ser moderada, el crecimiento global puede reducirse en medio punto porcentual de lo esperado. 

Es probable que el crecimiento anual del PIB disminuya al 2.4 % que ya se venía debilitando el año pasado en 2.9 %. El crecimiento de China puede caer hasta un 5% y aún más grave, la confianza en el mercado financiero para todas las economías del G20 dependientes de China en alta medida, tienen perspectiva de ir a la baja.

En realidad las previsiones de crecimiento siguen en incertidumbre dado que no podemos estar seguros de qué comportamiento tendrá la enfermedad en las distintas economías. Sin embargo, lo que es un hecho es que incluso si no empeora la salud pública, será muy difícil repuntar la caída de todas las perspectivas económicas para este año.

El punto más álgido pareciera ser el que vivimos este lunes negro 9 de marzo, que se suscitó debido a lo que podríamos considerar una guerra comercial inusitada entre Arabia Saudita y Rusia, quienes incapaces de llegar a algún acuerdo para bajar el precio del crudo debido al descenso de la demanda, rompieron el diálogo, a lo cual  Arabia decidió por su parte bajar a su mínimo el precio del petróleo, lo que ha puesto de cabeza a todas las economías y todas las prospectivas posibles, entonces, ¿qué podemos esperar?

 

Recuperación de la salud pública y económica.

El mejor escenario en esta fractura histórica provocada por una enfermedad podría ser la recuperación moderada y/o leve de la salud pública mundial, y la voluntad política de todos los países para contener la expansión y diseminación del COVID-19; sin embargo, los alcances de esta transformación inmediata que se ha dado como un duro golpe a la segunda economía más poderosa del mundo es incierta aún, y probablemente tardará algún tiempo en verificarse cómo los mercados pueden moverse e incluso agruparse.

Dentro de las claras diferencias encontramos ya a una Rusia separada ideológicamente de los BRICS quienes apenas en febrero se habían comprometido con tratar de ayudar a amortiguar el descenso económico que venía registrándose por la falta de suministros que China dejaba en puntos suspensivos con las economías más importantes del mundo, sin embargo la ruptura entre Rusia y Arabia Saudita pone al primero en un lugar distintos a los demás países del grupo, Brasil, India y Sudáfrica, pues probablemente sea en ellos en quienes puedan apoyarse las demás fichas en el tablero para combinar una estrategia que permita darle soporte a China y con ello aliviar los dolores de una enfermedad que ha venido a contagiar al mundo. Tal vez con ello podríamos reformular las definiciones que hoy podríamos tener de disrupción, dentro de las cuales nunca consideramos una como ésta, atípica, con el eje en la salud, y enfermando de incertidumbre el futuro de ésta que hasta hoy se había considerado una economía global.

¿Estamos preparados para una disrupción atípica que ponga en vilo la economía global y cambie las reglas de este juego que parecía irse desenvolviendo ya desde hace algunos años de manera bastante lenta, o justamente será la cooperación la que podrá ayudarnos a “sanar” de manera más rápida?

El lunes 9 de marzo de 2020 será recordado como el lunes negro de la primera disrupción atípica del mundo, y eso ya hoy, quedará grabado en los libros de la historia económica global.

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