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Wadhwani Foundation

El día del cambio que llegó

By marzo 26, 2020abril 9th, 2020No Comments

A pesar de que el home office es una práctica con bastantes años de vida en todo el mundo, en América Latina ha habido cierta resistencia a esta, aunque algunos países van poco a poco cediendo al cambio pero de manera muy lenta. 

En un momento como el que vivimos, claramente la tendencia de esta práctica será a la alta pues la necesidad nos urgirá a trabajar desde casa como medida de prevención en la actual pandemia. Sin embargo, es en momentos como éste cuando se evidencia la dificultad o la resistencia a éste u otros modelos que no tendremos más opción que adoptar aunque es interesante preguntarnos, ¿porqué nuestra región no ha querido integrarse a este formato desde que fue creado en los ochentas del siglo pasado? ¿Por qué el home office ha sido difícil de aplicar? ¿qué entendemos por home office? ¿dónde está el “gen” de la resistencia a éste y otros cambios?

 

Es en el momento que se suscita la expansión de las plataformas digitales que poco a poco, sobre todo las compañías dedicadas a este rubro, se percatan de que el trabajo desde casa, o lo que comúnmente llamamos home office puede ser una alternativa para generar mayor productividad y ahorros en espacios físicos, traslados, etc.

Algunos países empezaron a usar este tipo de práctica de manera muy rápida y otros por alguna extraña razón, trataron de ir posponiendo la efectividad del home office por muchos años. En el caso de México, para el año 2007 aún se hablaba de la posibilidad de que “algún día” esta forma de trabajar se concretaría, sin embargo en general hay alrededor de este formato de trabajo una desconfianza de parte de las empresas sobre todo si estas no son de comunicación y/o sistemas.

Si observamos las cifras entendemos que el trabajo remoto es sumamente conveniente y en momentos como éste de cuarentena mundial, las actividades a distancia se vuelven ya una necesidad. Además, está demostrado que el teletrabajo implica que un 23 % de los trabajadores que trabajan desde casa eleven su productividad, que el ausentismo laboral disminuya en un 19%, que la rotación baje en un 40%.

 

De hecho se considera que el 50 % de los trabajadores del mundo estarán haciendo home office este año con lo cual, aunque México está en el tercer lugar detrás de Argentina y Chile en la práctica del trabajo remoto, es necesario recordar las cualidades de trabajar en casa y ciertas cuestiones que son de importancia en esta práctica.

Como trabajador, no hay que tener miedo al cambio. Trabajar desde casa implica algunos cambios, pero todos ellos valen la pena como hemos explicado, por distintas razones, y es hora de llevar manos a la obra. Para hacer un home office lo más productivo posible, s necesario primeramente intentar tener un espacio alterno en la misma casa, se aconseja que siempre se trabaje en un sitio distinto al espacio designado para descansar. En segundo lugar, lo mejor es tratar de hacer la rutina normal, es decir, despertarse a la hora que cotidianamente lo hacemos y seguir la misma rutina aunque el siguiente paso sea sentarse frente la computadora. Otro de los grandes consejos de los especialistas es no dejar de socializar con los compañeros de trabajo incluso en línea, es una buena forma de sentirse “dentro” de la rutina del trabajo. También es útil hacer pequeños descansos en el transcurso de la jornada y tratar de parar a la hora indicada.

 

Retomando el tema de la resistencia que se ha dado en la región latinoamericana, sería interesante tratar de cambiar nuestros paradigmas conociendo un poco de nuestra propia historia, que es donde quizá encontremos respuesta a esta forma que tenemos de entender el trabajo y por ello una cantidad de ideas acerca de éste que se conservan desde hace siglos. Si revisamos la historia del trabajo, econtraríamos varias cuestiones que podríamos pensar antes de tener esta resistencia tan común a las distintas maneras de llevarlo a cabo según la época, y así tratar de reformar nuestras propias conclusiones y llegar a decisiones más pensadas. 

La necesidad de trabajar nace con la necesidad de recolección y caza para obtener alimentos; el ser humano al volverse sedentario inicia la producción de sus propios alimentos, es ahí cuando nace la agricultura, el comercio y la ganadería; Esto llevará al ser humano a generar la esclavitud, es decir, el trabajo a cambio de la libertad. Después vendrá el feudalismo, que es una economía totalmente rural en la que los esclavos pasan a ser siervos; con la modernidad llega la revolución industrial y con ello la automatización del trabajo, mediante la cual se intercambian un número de horas de labor por un mínimo salario; aparecen los sindicatos que fueron creados para la defensa del trabajador. Así han pasado varias revoluciones industriales en las cuales la más actual claramente no tiene ya ciertas necesidades en los países más desarrollados pues la retribución por el trabajo y los derechos del trabajador están filtradas y vigiladas por consensos internacionales. Sin embargo, sucede en las economías emergentes, que las costumbres cambian y generan hitos que han dejado de ser estudiados y en los cuales valdría la pena hacer algún tipo de investigación más profunda.

 

En el caso de China por ejemplo, aún siendo la segunda economía más importante del mundo, sucedió por ejemplo que desde los primeros 10 años de este siglo se cuestionó de muchas maneras si acaso la forma de trabajo de la manufactura en este país podría considerarse un tipo de “esclavitud moderna”. 

Los años han pasado, y los cuestionamientos son esos y otros, se ha llamado la atención sobre ellos y las organizaciones mundiales han tratado de ir cambiando poco a poco este formato tan enquistado en ese país. A la par de repente sucede que el mundo decide cambiar con o sin nuestro consentimiento, se suscita una pandemia como la que estamos viviendo, generando un sinnúmero de restricciones de las cuales puede depender nuestra vida, y dentro de las posibles soluciones se encuentran aquellas que muchos países han puesto a consideración por miedo a un cambio en la forma del trabajo en este caso. 

La opción del trabajo remoto se concentra en un 50 % de los trabajadores del mundo, y recurrir a este tipo de operación que como hemos descrito, ya en los ochentas era usado por compañías como Microsoft, Apple, Hewlett Packard, IBM, etc. no puede seguir viéndose como una debilidad, un “ya ni modo” o un “sólo por esta vez”.

 

El futuro nos esta demandando otras maneras de entender los ámbito laborales y no podemos seguir postergando las prácticas más seguras y eficaces para seguir produciendo en tiempos difíciles como éste

Así como el caso de China, donde el hacinamiento de obreros vigilados con un control para ir al baño o comer, es una práctica que nos remonta a tiempos del imperio y del feudalismo;  en Latinoamérica podríamos cuestionarnos si no es acaso la práctica del señor feudal, tan común en el mundo novohispano, que incluso muchos llegaban a llamar “tata”, una idea impostada que tenemos de que el trabajador debe ser vigilado “de cerca”, o “guiado”, porque siempre nos puede necesitar…

¿No podría ser que ese vigilamiento, esa necesidad extrema de atención es una forma de control heredada de algún pasado que no somos capaces ni siquiera de observar?


“Al ojo del amo engorda el caballo” dice por ahí una muy vieja sentencia mexicana y que seguramente tendrá su reproducción en todos los países latinoamericanos. Pero si el caballo enferma, más nos vale tomar turnos para cuidarlo. 

Son momentos difíciles; el aislamiento será ya de por sí difícil de conciliar en nuestras culturas que incluyen en sus jornadas la vida social; dejemos que sólo sean esas nuestras preocupaciones y entremos al futuro de golpe como lo está exigiendo la historia; trabajemos desde casa con la misma responsabilidad que tenemos al ir a nuestras oficinas y como líderes seamos capaces de entender que no son tiempos de dudas sino de preocupación por los nuestros: nuestros trabajadores, nuestros asociados, nuestros compañeros, nuestros compradores, productores y todos y cada uno de los integrantes de la cadena de producción. Ésta es nuestra forma de salvar vidas hoy, haciendo lo necesario sin poner por encima ideas de otro tiempo que ya no es el presente y que sólo nos hacen perder oportunidades en un mundo que ya cambió.

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