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Los negativos en producción (o cómo el fracaso y la desobediencia en producción deben tomar el control del presente)

By mayo 15, 2020No Comments

Hasta antes de este momento disruptivo, que ha cambiado totalmente nuestra forma de hacer economía, negocios, la historia misma; antes de verificar el sisma que estamos viviendo, nuestros discursos acerca de la sostenibilidad estaban enfocados principalmente en la innovación ya sea tecnológica, empresarial, social, política y hasta de gobernanza corporativa; pero dados los últimos acontecimientos, todas estas teorías se han quedado guardadas, en suspenso, casi podríamos decir que un poco fuera de lugar. No para siempre por supuesto, habremos de guardar toda esa información para el futuro cercano, pero ¿qué sucede cuando la historia de la economía se desgaja de la manera en que lo está haciendo y se rompen los paradigmas más contemporáneos? Tal vez el fallo teórico se encuentra en ese detalle, debiera haber teorías para tiempos disruptivos que salen de la progresión de la historia de las ideas que no es lineal, nunca lo ha sido, pero ¿hemos reflexionado para los momentos de salto cuántico en la historia? NO, a pesar de saber que los ciclos existen, nunca dejamos de pensar el mundo y la progresión de los hechos de manera lineal. En la economía también lo hemos hecho, y nos hemos equivocado. Es necesaria una teoría, análisis, o reflexión acerca de los distintos momentos que implica la historia humana.

Lo primero es pensar un poco, analizar la situación y no solo no entrar en pánico sino tratar de comprender, ¿qué es lo que hoy no funcionará bajo las circunstancias que vivimos? ¿y si dejamos las teorías de la linealidad que de momento no están funcionando?, claro que nos servirán, pero ahora mismo, ¿de qué tipo de ideas podemos echar mano?

Hoy mismo se necesitan también no sólo nuevas ideas sino incluso nuevas tecnologías, estructuras de gobierno tanto corporativo como internacional. Nuevas maneras de abordar el presente que nos ha dejado sin respuestas. En algunos casos hay que romper totalmente con paradigmas que venían funcionando de manera integral o abandonarlas por un tiempo para poder atender el presente y después el futuro vendrá, y nos dará el tiempo necesario para retomar.

Desde hace bastante tiempo, autores como Wilhelm Röpke, Ingolfur Blühdorn, Karl-Erik Sveiby, han defendido el hecho de que la innovación puede ser más compleja de lo que pensamos, es decir, que la “novedad” puede evitar que veamos alternativas a la sostenibilidad; también se ha argumentado que la innovación puede opacar el papel productivo de los procesos de fracaso y deterioro en el logro de la sostenibilidad; y aunque la razones son distintas los argumentos se resuelven en momentos críticos y disruptivos como el presente.

Si atendemos a la descripción de Francis Fukuyama, quien define que las instituciones en general tienen patrones de comportamiento estable y facilitan la acción colectiva, hay un vacío igualmente al qué pasa cuando se rompe la continuidad histórica a causa de algún suceso como en este caso podría ser la pandemia por la cual atravesamos. La respuesta es directamente proporcional a este pensamiento, es decir, si la innovación genera reducción en la producción pensada desde el fracaso, la cual ayuda a la sostenibilidad, durante una disrupción, ese negativo que es la producción del fracaso, podría ser una solución o al menos un remanso de generación de un sistema sostenible, que solo puede ser pensado desde momentos críticos de la historia.

Tópicos negativos como el fracaso, el declive, la desobediencia empiezan a tener sentido, sin esos negativos no habrá manera de superar el ritmo mismo de la historia hacia el positivo. Es decir, hacia la producción positiva y más adelante la estabilidad.

Hay varios ejemplos de estas teorías; el valor de la “destrucción creativa” para el funcionamiento de las economías de mercado, según Joseph Alois Schumpeter, o el colapso para la renovación saludable de los ecosistemas observado por L. H. Gunderson y C. S. Holling, teorías que estaban ausentes en las recientes discusiones sobre el cambio institucional, el declive o el fracaso, hoy parecen pertinentes.

El bottom line de la observación de este momento, el cual puede ayudarnos a entender de maneras distintas el proceso por el cual atravesamos, sería entender la disfuncionalidad como una oportunidad para un cambio en la producción hacia la sostenibilidad.

Ahora bien, si reconocemos que los sistemas institucionales son sistemas complejos que se adaptan, y que están sujetos a dinámicas “dependientes” de la ruta y la autoestabilización; que son capaces de adaptación, aprendizaje y transformación de un sistema, entendemos que también vamos hacia una perspectiva de cambio de políticas y diseño institucional, y saber esto nos puede ayudar a aprovechar las rutas productivas del fracaso y del declive institucional.

La observación de los negativos en producción, como pueden ser la desobediencia productiva, el fracaso, el declive, hoy por hoy serán los motores que nos llevarán a un cambio que se genera desde el ser humano y su trabajo para un cambio radical en la forma de construir el mundo o reorganizar todas sus instituciones y sus formatos.

Es momento de pensar lo impensable, y de contradecir las teorías, de hecho, es el único camino por el cual habremos de reconstruir una economía que se nos ha roto por la mitad, a pedazos, de manera totalmente desigual y que es verdad, ya fracturada estaba en su totalidad desde hace tiempo ya.

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