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La odisea de construir el futuro

By marzo 13, 2020No Comments

El lugar de trabajo como un lugar fijo tiene una historia tan larga y tan compleja como lo podría ser
la historia misma de la sedentarización del hombre que se suscita con la agricultura. Al tener un
lugar seguro en el cual el ser humano podía obtener sus alimentos decide que puede dejar de ir de
aquí para allá en su búsqueda.

Sin embargo no podríamos asegurar por cuánto tiempo el lugar confinado para el trabajo va a seguir
siendo el mismo y bajo qué concepto lo será; y esta observación nos lleva a pensar en otros
problemas que se pueden volver oportunidades y de igual manera se generar tendencias en el
trabajo, en la economía, en la manera de relacionarnos a través de nuestras actividades.

La revista Forbes del 2 de enero del año que inicia dedica un importante reportaje a Jake Schwartz,
cofundador de General Assembly, que nos deja pensando precisamente en la medida del cambio de
los elementos que han sido parte fundamental de aquello que entendemos como “trabajo”.

El caso de Schwartz es interesante. 10 años atrás en Manhattan, él y unos amigos decidieron
cambiar la idea de los espacio compartidos de trabajo, que hoy son tendencia mundial, por el
concepto de este mismo tipo de espacios pero dedicados a la formación, es decir, cursos de
emprendedores y empresarios que pueden ir de los temas más simples a los más complejos según la
demanda.
Actualmente General Assembly cuenta con 32 campus en todo el mundo y Addeco lo compró hace
un año por 412.5 millones de dólares

El reportaje de sumo interés nos deja varios datos como por ejemplo los 5 aprendizajes que le dejó a
este egresado de Yale, la creación de General Assembly entre los que se encuentran por ejemplo,
que el confort estratégico debe venir acompañado de incertidumbre, aprovechar el poder de la
“mesa redonda”, tener una visión “flexible”, que la adquisición no es una finalidad y que el
aprendizaje debe ser una constante.

De manera general el análisis de Alexandra Sterlincht, colaboradora de Forbes, es de gran utilidad
como ejercicio de observación de un emprendedor que le da una vuelta de tuerca a un negocio que
parecía probado y lo reinicia dándole una nueva vida generando una tendencia, y además cierra el
negocio vendiéndolo, aunque quedándose como CEO de éste.

Podríamos decir que es un ejemplo modelo de lo que esperaríamos de un ejercicio de
emprendimiento en el mejor de los casos.

Sin embargo, llaman la atención otros pequeños detalles que se quedan en el tintero y que habremos
de continuar analizando pues es en esos pequeñísimos detalles, matices, luces y sombras que una
pintura se convierten en obra de arte.
Al principio del texto reflexionábamos acerca del lugar de trabajo y la sedentarización del género
humano como una forma creada de esa idea que nosotros llamamos “trabajo”. Esa misma idea para
los años ochentas empezó a cuestionarse y el “telecommute” empieza a proponerse en distintas
organizaciones y muchas de ellas hacen uso de éste, permitiendo a los empleados laborar de manera
remota una vez por semana sobre todo en Estados Unidos.

Tras los ataques del 11 de septiembre el trabajo a distancia se volvió una posibilidad más entre las
propuestas de seguridad que generaron distintas empresas.

Actualmente el home office no sólo es una tendencia, sino que produce mejores resultados a menos
costos y se ha vuelto un formato post industrial exactamente contario a la época preindustrial en la
cual tener cerca a los trabajadores y centralizar el poder demostraba la importancia de la gestión
vertical cuya eficacia fue intercambiada por la horizontalidad cuyo impacto positivo, hoy ya
demostrado, es aprovechado por las empresas y los países más avanzados del mundo.

En anteriores textos hemos comentado el futuro de la educación, el futuro del trabajo, el futuro…
Pero el futuro no “llega”, el futuro se construye.
No hay nada “dado” y a veces puede ser terrible creer que las cosas sólo pueden o deben continuar
hacia el mismo lugar hacia el que se han enfocado “siempre” o “hasta ahora”. Eso nos puede hacer
creer que sólo somos espectadores y no hacedores de la realidad en la que vivimos.

Hasta hace poco se decía que la globalización era algo inevitable y no, no es así; es inevitable sólo
en la medida en la que quienes hacemos la historia del mundo, que somos los seres humanos,
decidamos que es la “única” manera o no de enfocar ideas, conceptos, propuestas.
El uso del plástico fue una tendencia progresista hasta que entendimos que no forzosamente era la
mejor opción y hoy mismo empezaremos a verificar la manera de evitarlo, evitar la basura, los
deshechos, en fin, los seres humanos hemos decidido que hay otra manera de hacer las cosas, de no
usar plásticos, y con mucha probabilidad vendrá al auge del papel y después trataremos de encontrar
mejores formas de hacer papel sin destruir ecosistemas completos, en fin, la idea del plástico ha
cambiado, la hemos cambiado.

Schwartz decidió que los espacios de educación en negocios pueden combinarse con la idea del co-
working y lo hizo, generó una tendencia, no sólo un negocio, una empresa, no solamente. Está a
punto de cambiar la idea de educación, no lo sabemos peo podría ser.

La historia de ser humano está definida sólo por el ser humano, y nosotros somos lo generadores del
futuro, de los cambios o de las inmensas pausas que ha habido también en el curso de nuestra larga
historia.

No todo está dado y no todo es como debiera ser, tal vez la importancia de la reflexión de algunas
ideas de negocio, y/o de los cambios de aquellas ideas que llevamos siglos creyendo que pueden ser
de una sola manera, y hoy nos es demostrado que pueden cambiar, nos sirvan para observar con
atención que esas ideas pueden cambiar el mundo, nuestras empresas pueden cambiar la dirección
que hemos llevado durante años, decenios, siglos; y nada, nada absolutamente es inamovible ni
incuestionable.
Todo puede cambiar y éste es un momento en la historia de la humanidad que nos empuja a
verificar el mundo de distintas maneras porque si somos nosotros quienes llevamos la dirección de
la historia, somos nosotros los que podemos emprender la gran odisea de hacer un mundo un poco
mejor…

Iniciar el año entendiendo esto, puede ser una buena manera de empezar también a hacernos
responsables del futuro, nuestro futuro.

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